domingo, 16 de mayo de 2010

Música y expresión.

Otro de los tantos beneficios que la música puede entregarnos para facilitar nuestra vida es su importante papel como medio de expresión. Lamentablemente, poco a poco nuestro mundo ha ido dejando en segundo plano este tipo de interacción.
En mi opinión, la falta de comunicación es una de las peores enfermedades de nuestra sociedad actual. Por supuesto, no hablo de aquella que ha dado paso a la globalización, concepto del cual hoy en día se habla tanto alrededor del mundo entero, más bien, me refiero a aquel tipo de comunicación que implica exteriorizar nuestras emociones y sentimientos.
Hemos olvidado la  importancia de expresar lo que hay en nuestro interior, por el contrario, la mayoría de las veces creemos que mientras menos sepan los demás de  nosotros es mejor, y esta idea es completamente errada. Se ha comprobado que “la expresión de los sentimientos está relacionada con una buena salud y bienestar psicológico, tal como demuestran numerosos estudios”. Muchas de las enfermedades emocionales que sufren algunas personas son gatilladas por la incapacidad, o bien dificultad que tienen para comunicarse con los demás, es por esto que, si deseamos tener una vida emocionalmente sana, es indudablemente necesario expresar constantemente lo que sentimos.
Pero, la verdad es que, aun cuando queremos hacerlo, no siempre encontramos las palabras para decir lo que sentimos, esto tal vez se debe a que cuando nuestra intención es expresar un algo, lo que en realidad intentamos es que el receptor de nuestro mensaje sienta lo que nosotros sentimos para que pueda entenderlo a plenitud, ¿no es así?, sin embargo, las palabras, a diferencia de la música, muy pocas veces nos ayudan a lograr este objetivo. Es aquí donde la música puede salir nuevamente a nuestro rescate.
Los múltiples atributos de la música y su importancia en el desarrollo del hombre en un tema que muchos de nosotros conocemos, o, al menos, sobre el cual hemos escuchado alguna vez. Desde la antigüedad, las grandes civilizaciones, es decir, las que se consideran como las más desarrolladas de sus tiempos, ya reconocían que la música debía ser una parte importante del ‘todo del hombre’. En la antigua Grecia, por ejemplo, “Hasta los filósofos se ocuparon de la música, atribuyéndole un significado psicológico y espiritual sobre el alma humana”, tal como en muchas otras de las antiguas culturas.
Aun sin ir tan lejos en el tiempo, encontramos en la actualidad pequeñas luces de que la música sigue teniendo gran importancia en algunos lugares, por lo menos en culturas que mantienen sus tradiciones prácticamente intactas a través del tiempo, como es el caso en Lesotho, lugar donde se realizaron algunos estudios y se descubrió lo que nos cuenta Daniel Levitin en la introducción de su libro “El cerebro y la música”:
Jim Ferguson, profesor de antropología […] Para su tesis doctoral en Harvard, hizo trabajo de campo en Lesotho, una pequeña nación rodeada por Suráfrica. Allí estudió e interactuó con los aldeanos locales, y se ganó pacientemente su confianza, hasta que un día le pidieron que participase en una de sus canciones […] cuando los sotho le pidieron que cantara, Jim dijo en voz baja: «Yo no sé cantar» […] A los aldeanos esta objeción les pareció inexplicable y desconcertante. Ellos consideraban que cantar era una actividad normal y ordinaria que todo el mundo realizaba, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, no una actividad reservada a unos pocos con dones especiales. 

La música ha sido, sin duda, una de las formas de expresión más utilizadas por el hombre a través del tiempo. “No ha habido ninguna cultura humana conocida, ni ahora ni en cualquier época del pasado de que tengamos noticia, sin música”, nos dice Daniel Levitin en el libro que mencioné anteriormente. Tal vez porque se trata de una cualidad intrínseca del hombre, o quizá porque se habla de ella como la más abstracta de las artes, la música ha sido siempre la forma más recurrente de exteriorizar nuestros sentimientos y emociones.
He mencionado ya que la música tiene propiedades capaces de provocar emociones y evocar sentimientos, es por esto que este medio se convierte en el más apropiado para  comunicar nuestros sentimientos en muchas ocasiones ¿Cómo podríamos expresar algo tan indefinido, como lo es por ejemplo el amor, manteniendo prácticamente intacta su condición inmaterial, si no es a través de una melodía? En este caso, hablamos de un sentimiento provocado nada menos que por la liberación de endorfinas, las llamadas ‘hormonas de la felicidad’ y, como expliqué en una de las publicaciones anteriores, la música también es capaz de generar este proceso biológico en nuestro organismo. Entonces, no hay duda de que si queremos decirle a alguien cuanto lo amamos, y pretendemos que en realidad entienda lo que sentimos, no hay mejor forma de hacerlo que con música.
 Este mismo principio se aplica a todo tipo de emociones, pues existe un sin fin de diversas composiciones y estilos musicales que, por supuesto, representan diferentes sentimientos. Definitivamente, tenemos frente a nosotros, y al alcance de nuestras manos, una poderosa herramienta de expresión, por lo tanto no podemos justificar la falta de comunicación con decir que ‘no encontramos palabras’.

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